viernes, 20 de septiembre de 2013

¡Plátano maduro, plátano verde!

Hoy es momento de confesar algo: ¡Me encanta la comida colombiana! Antes de salir de Chile, junto con Yohana, visitamos restaurantes de comida de distintos países y la comida colombiana me había parecido especialmente interesante, ese interés hoy se ha convertido casi en una relación de amor y es que creo que las combinaciones de sabores, texturas y la posibilidad de probar frutas y verduras que no conocía, han contribuido mucho al actual estado de bienestar que siento.

Con el pasar de los días he confirmado que la comida es una parte esencial de mis días y de mi felicidad, por lo mismo debo dedicar un apartado a uno de los alimentos que ha sido responsable en gran parte de mi estabilidad emocional (cuando hablo de estabilidad emocional es real, es cosa que le pregunten a Yohana cómo me pongo cuando tengo hambre y cómo cambio cuando vuelvo a comer): el plátano (ahora es cuando usted tira esa talla cochinona y picarona).

Antes de seguir con la lectura quisiera traer a la memoria del lector una afamada canción que solía escuchar y bailar non-stop en las fiestas de mis tiempos escolares, ¿Qué es lo que quiere esa nena? del maestro de la música sandunga-caribeña-regge-raga-etc: El General (ams!). Y es que cuando llegué a Colombia y conocí realmente la diferencia entre un plátano maduro y un plátano verde (léase en tono bailable estilo El General) no podía dejar de encontrarle sentido a tan gloriosa creación artística (?).

Bueno, el punto es que en este país, y especialmente en la costa, el plátano en todas sus presentaciones es como un comodín para todas las comidas, sí, para todas, y más para aquellas saladas. Figúrese usted que el plato más común que puede encontrar es el corriente (para el detalle de esta comida lea la publicación que hay al respecto en este blog) y definitivamente la presencia del plátano es un detalle de sabor sin igual. Peeeeero este plátano no es el mismo que se conoce en Chile, porque ese que ustedes conocen es el banano, ese se toma licuado con leche o como postre, en cambio el plátano es uno muuuuucho más grande que se come frito o cocido.

Después de un mes en Colombia creímos que ya habíamos aprendido todo lo que podíamos saber sobre los plátanos, pero sorpresa, acá existen tantas variedades de plátano como variedades de papa hay en Chiloé (no nunca tanto, pero en verdad no se cuántas son) y creo que aún no los conozco todos y que me iré de Colombia sin entender las diferencias entre algunos, pero bueno, les contaré las diferencias principales y algunas anécdotas que hemos vivido para descubrirlos.

Lo primero es que existen plátanos maduros y plátanos verdes, esos son los más comunes y son los más grandes. Ambos se hacen fritos, el plátano verde se prepara con sal en tajadas muy pequeñas (sabe como a papas fritas) y también se prepara en algo conocido como patacón (se fritan unas tajadas, luego se aplastan y se vuelven a fritar). El maduro se prepara en tajadas más grandes y es mucho más dulce y suele ser el acompañamiento de comidas con arroz y frijoles. En uno de los días de descubrimiento culinario compramos un plátano verde y uno maduro, porque ya nos habían enseñado a prepararlos y nos parecían deliciosos, nuestra primera prueba salió muy bien y guardamos la mitad de un plátano verde y la mitad de un plátano maduro. A los dos días queríamos comer plátano verde otra vez y sorpresa: en nuestra bolsa había dos mitades de plátano maduro (¿?). No entendíamos qué rayos, si estábamos seguras de haber dejado una mitad verde y una madura, ¿sería que el plátano verde había madurado? Naaaaa ¿cómo? Fuimos a preguntar a la experta (dueña de casa) y ¡chan! sí se convierten en maduro. Así que si usted compra plátano verde ¡hágalo al toque!

Existen otro tipo de plátanos, pero que se llaman guineos. En la costa entendimos que el guineo era el que en Chile se conoce como plátano, o sea, el que se come de postre o se hace con leche, pero en el interior de Colombia el guineo es un plátano que se usa para darle comida a los pájaros y el que se come de postre se llama banano. Aún sin saber esta diferencia, fuimos al supermercado a comprar leche y guineo, para hacer un batido para la once, ¡¡¡cueck!!! Si no hubiésemos preguntado hubiésemos comido fruta que es para los pájaros y que realmente no está ni cerca del sabor que buscábamos.

Sin duda, los más tiernos de todos los que he probado son los guineos manzanos, unos pequeñísimos que son muy concentrados y en torno a los cuales existe una potente leyenda. Como esa de que si tomas vino y comes sandía se te pone la guata dura y te mueres. Cuando compramos guineos manzanos yo estaba tomando unos antibióticos porque me había enfermado del estómago y cuando una señora se dio cuenta de que habíamos comprado esos pequeñísimos me dijo: "¡Nooooo! usted no puede comer de esos, porque son muy dañinos, la gente dice que son muy malos y que no se pueden comer si uno toma medicamentos o alcohol", chuuuuuu pensé yo, porque ya me había comido 4 y realmente por precaución no comí más. La verdad es que no me morí (obvio, daah!) y tampoco he querido intentarlo otra vez para comprobar si es cierto. Si alguien quiere, que lo haga y nos cuenta cómo le fue (si es que sobrevive, sino, sería grato que avisara que lo va a hacer y así tenemos el antecedente).

Finalmente, después de tanto plátano distinto, en sabor, en tamaño (1313) y en color, me pregunto si la analogía que hace El General en su canción respecto del plátano maduro y verde con el hombre blanco y negro es real, ¿será que sus diferencias van más allá de su color? Yo no lo he comprobado personalmente, y usted, ¿se atreve?

Namaste.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Como en la casa de la abuelita: Los corrientes

Durante la primera semana en Colombia, mientras estábamos en la ciudad de Santa Marta (al norte, en el Departamento de Magdalena) decidimos salir a almorzar fuera, simplemente no teníamos ganas de cocinar y el hambre era potente.

Nos estábamos alojando en un hostal que estaba dentro de un sector residencial, por lo que teníamos la posibilidad de encontrar lugares baratos y contundentes, para decirlo en buen chileno: una wena picá. La mayoría de estos restaurantes o estaderos ofrecen almuerzos por 5000 o 6000 pesos colombianos (2 a 3 dólares) - una ganga.

Cuando nos decidimos por uno de estos lugares, nos ofrecieron varias opciones de carne o de pollo, podía ser frita, en bistec, guisada, y no se qué otros nombres más, pero cualquiera fuera nuestra elección siempre estaría acompañada de una contundente porción de arroz con legumbres, usualmente porotos, y plátano frito del maduro (porque hay dos tipos o más bien como 20, pero son dos lo que se fríen) ah y cómo olvidar la ensalada, lechuga con tomate o lo que fuera del cariño del cocinero de turno.

Puede sonar muy extraño, para los chilenos sobre todo, que este plato lleve plátano, pero la verdad es que la combinación de sabores me parece maravillosa, realmente un acierto culinario. A esta preparación se le conoce como tajadas y son dulces, ya que se hace en base al plátano maduro, o sea el amarillo, y siempre se utiliza como acompañamiento de cosas saladas.

Ese es sólo el segundo plato, antes de eso siempre sirven una sopa que en algunos lugares pasaría fácilmente como cazuela y también dan un vasito de guarapo (agua de panela - no me pregunten qué es eso porque aún no lo tengo claro, sólo se que es muy refrescante y rico).

Señoras y señores: ese es un Almuerzo Corriente, platos rebosantes de comida, casi con baranda y para quedar con el ombligo parado, tal y como cuando uno va a la casa de la abuelita.

Lo cierto es que la posibilidad de quedar con hambre después de eso es ínfima. Creo que de todas las veces que hemos almorzado en alguno de estos lugares, Yohana nunca ha podido terminar su segundo plato, y con suerte se ha tomado toda la sopa.

Si usted visita Colombia, vaya a un lugar donde almuerce la gente local y pida un corriente, sino le gusta la sopa, pida un corriente seco y sólo recibirá el segundo plato por 500 pesos colombianos menos.Y finalmente, la recomendación clave es que si viene a Cartagena de Indias, a pesar de que es el lugar más caro que hemos visitado hasta ahora, igual puede encontrar un corriente por 6500 pesos colombianos dentro de la ciudad amurallada, a unas 3 cuadras de la plaza Santo Domingo (creo que en la Calle del Coliseo) hay un local en una esquina donde los ofrecen a ese precio, ya que almorzar en el Centro Histórico en promedio debe costar unos 20-25 mil pesos colombianos.

Namaste.